Las Chivas perdieron la identidad

Apenas dos días después de consumarse la eliminación de las Chivas Rayadas en la fase regular del Clausura 2025, el director deportivo Javier Mier no dudó en calificar el torneo como un "fracaso", asumiendo la responsabilidad en nombre de la institución. Sus palabras, pronunciadas durante la confirmación de la salida de Gerardo Espinoza como director técnico, resonaron con la dureza que exige el escudo rojiblanco: "No podemos evadir lo que es... es un fracaso y lo asumimos como tal".

La realidad es innegable; un club de la grandeza de Chivas, con una afición apasionada y una historia rica en triunfos, no puede permitirse quedar fuera de la liguilla, relegado al undécimo lugar de la tabla general tras un doloroso empate ante los Rojinegros del Atlas. Los 21 puntos cosechados, insuficientes por una cruel diferencia de goles que favoreció a Pumas, son un síntoma de una problemática que va más allá de un torneo desafortunado.

Pero la crisis de Chivas parece radicar en una cuestión aún más profunda: la identidad. La figura de Don Matías Almeyda marcó un antes y un después, un periodo donde la garra, el amor propio y la conexión con la afición fueron señas distintivas. Jorge Vergara, en su visión, comprendía la esencia del club, la importancia de impulsar al talento mexicano como pilar fundamental. Hoy, esa identidad parece resquebrajada, la llegada de un cuerpo técnico español al inicio de la temporada, con un desconocimiento palpable del fútbol mexicano, fue la gota que derramo el vaso... La anterior partida de Veljko Paunović, un entrenador que había entregado resultados pero que priorizó intereses personales sobre la historia del club, abrió la herida. La sensación generalizada es que muchos de los que hoy visten la camiseta rojiblanca, desde directivos hasta jugadores, no comprenden el peso y el significado de un escudo tan emblemático en el futbol mexicano y mundial.

La mentalidad del futbolista mexicano actual, en una era donde el dinero y la fama a menudo eclipsan el compromiso y la pasión, también juega un papel crucial, portar la playera de Chivas debería ser un honor, una motivación intrínseca para alcanzar la grandeza. Sin embargo, esa aura de gigante se ha ido desvaneciendo, faltándosele al respeto por la falta de resultados y, quizás, por una desconexión con los valores que la hicieron grande. La gestión de Amaury Vergara, heredero del legado de su padre, ha sido puesta en tela de juicio en este aspecto; si bien en el ámbito de los negocios el club podría estar funcionando, la conexión con la identidad y la pasión que Jorge Vergara transmitía parece haberse diluido.

El futbol ha evolucionado, y la competencia exige plantillas de alto nivel, sin embargo, la nueva generación de futbolistas mexicanos enfrenta déficits en su formación, producto de un abandono de los procesos de fuerzas básicas. La tendencia a fichar extranjeros, buscando soluciones inmediatas, impacta directamente en equipos como Chivas, cuya filosofía histórica se basa en el talento nacional… la cantera, ese semillero que debería ser la principal fuente de orgullo y fortaleza, no está siendo cultivada adecuadamente.

Ante este panorama, surge la pregunta inevitable: ¿debe Chivas replantear su filosofía? La regla de contar únicamente con jugadores mexicanos se ha flexibilizado en los últimos tiempos por la necesidad de encontrar talento competitivo, tal vez sea el momento de una evolución, sin perder de vista la esencia, pero adaptándose a un futbol cada vez más globalizado y exigente; morir con la ideología, en un futbol de élite, podría ser un camino sin retorno. La crisis de Chivas es multifactorial, pero en su núcleo reside una fractura en la identidad, una desconexión con la historia y los valores que la hicieron el equipo más popular de México. Recuperar ese sentido de pertenencia, revalorizar la cantera y encontrar un liderazgo que comprenda la magnitud del escudo son pasos fundamentales para que el gigante rojiblanco recupere su grandeza y deje de ser noticia por sus fracasos…

Visto 197 veces