5M no se olvida


El 5 de marzo del año 2022 sucedió en el estadio Corregidora uno de los episodios más trágicos, dramáticos y sangrientos que han ocurrido en toda la historia del futbol mexicano.

Parecía un día más, con la tensión justa y normal de un partido de alto riesgo. Un duelo de estas características necesita de un vasto dispositivo de seguridad coordinado entre la policía estatal y la municipal, con la respectiva seguridad privada. Un plan creado y sincronizado entre las autoridades del estado y los dirigentes del club.

La rivalidad entre el Club Querétaro y el Atlas Fútbol Club se remonta al año 2007, cuando en la última jornada del torneo Clausura, Atlas derrotó a Gallos Blancos en el Jalisco lo que provocó el descenso a la segunda división del equipo queretano.

Al final de ese partido, las hinchadas se encontraron afuera del estadio y los aficionados visitantes, desquitaron su ira y frustración con los locales, constatando ahí el primer combate violento entre la Resistencia y la 51.

A partir de aquel día, este tipo de disputas y peleas campales se repitieron cada vez que se veían las caras en Guadalajara o en Querétaro. La Resistencia Albiazul del Querétaro y la Barra del 51 del Atlas se convirtieron rápidamente en enemigos fatales

La tragedia del Estadio Corregidora ocurrió el sábado 5 de marzo del 2022 en donde Querétaro recibió a Atlas en la jornada nueve del torneo de Clausura. Aquel partido inició a las cinco de la tarde y enfrentó al equipo de Hernán Cristante contra el conjunto de Diego Coca frente a 14 mil 463 espectadores según cifras oficiales.

Fue exactamente al minuto 62, cuando Gallos perdía por cero goles a uno, que la gente comenzó a invadir el rectángulo verde del Coloso del Cimatario por su propia seguridad. Padres, madres e hijos corrían desesperados de un lado a otro para salvaguardarse de cientos de inadaptados que agredían a cualquiera que portara los colores rivales.

En las gradas, hinchas locales y visitantes comenzaron agredirse sin ningún tipo de respuesta ni de control por parte de la inútil seguridad privada que se volvió cómplice de lo ocurrido. Los actores de aquella batalla campal tenían sed de sangre y de violencia. Peleas a puños, con armas punzocortantes, con sillas o cualquier artefacto que pudieran encontrar. Cuerpos inmóviles, ensangrentados, desnudos, decoraban la escena grotesca. Era un descontrol y un sin sentido. Era el infierno del futbol.

Después de una larga encerrona por la pandemia la gente salió descontrolada a vivir de nuevo. Los hechos ocurridos aquel día son simplemente evidencia de la descomposición de nuestra sociedad. Es un síntoma de la carencia de educación escolar y familiar.  Fue prueba de la falta de respeto al prójimo y de la ausencia de amor propio. Desafortunadamente fue también la demostración de que el futbol está siendo utilizado para destruir y no para construir.

El recuento oficial hablaba de 27 personas heridas de gravedad con más de 70 detenidos. Sin embargo, las imágenes mostraron que ocurrió mucho más de lo que las autoridades quisieron informar. Sin ningún muerto registrado, el negro motín de aquel día es lo peor que le ha sucedido a Querétaro y a los queretanos.

Esta semana se cumplieron dos años de aquella fatídica tarde que manchó a una gran ciudad y a un gran club. La falta de criterio por parte de la Directiva, la mala organización de las Policías del Estado y la improvisada seguridad privada provocaron que dos grupos de personas sumamente violentas se enfrentaran cara cara, rodeados de miles de inocentes.

El Club Querétaro fue sancionado severamente jugando un año a puerta cerrada, con una multa económica y con la hinchada suspendida por tres años como local y uno como visitante. El Club, que ya había sido vendido a un montón de ineptos promotores e inversores, volvió a pertenecer nuevamente al Grupo Caliente y los funcionarios públicos que omitieron los protocolos necesarios para un evento de tal magnitud quedaron impunes, como sucede habitualmente en la política mexicana.

Supuestamente los dueños del balón tomaron medidas de prevención de conflictos como el Fan ID y la colocación de videovigilancia en los estadios, pero, el país, la liga y los dueños, son tan corruptos que las nuevas reglas no son más que una cortina de humo para pretender que hicieron algo al respecto.

El Estadio Corregidora nunca volverá a ser igual, pero si podrá ser mejor porque no hay oportunidad más ideal para cambiar que cuando se toca fondo. Que este día sirva para reflexionar y no para celebrar porque el 5M destruyó mucho más de lo que en este momento podemos dimensionar. Pasarán muchos años antes de que Querétaro se recupere de la catástrofe del 5 de marzo.

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