La anhelada 11va

En más de una ocasión se han utilizado metáforas para referirse al éxito como la punta de un iceberg, sabiendo que el resto del hielo es inmenso e invisible, ya que está bajo el agua. A eso invisible le llaman esfuerzo, dedicación, resiliencia, trabajo, y es de hecho la razón por la que uno puede llegar al éxito. Esto es algo que se utiliza mucho en el deporte.

Digo esto porque se terminó el torneo y no podemos asegurar que esta onceava copa del Club Deportivo Toluca es únicamente mérito de Mohammed. El mismo Paiva decía que, si su equipo jugaba bien a la pelota, era en parte gracias al trabajo que había hecho el otrora ‘Nacho’ Ambriz. Paiva continuó ese trabajo y ahora Mohammed fue el que le puso la cereza al pastel y terminó alzando el tan ansiado trofeo. Aunque pudiéramos analizar y hablar sobre las rotaciones de técnicos, tan frecuentes en la liga, es verdad también que el formato del torneo corto allana el camino para que las decisiones que toma la directiva sean en pro del éxito inmediato, sin embargo, en ese camino, aunque vayan desfilando nombres, hay que garantizar que la idea y el proyecto siguen en pie,  simplemente se renueva, sigue andando el mismo camino que la directiva propone solo que con distintas herramientas, distintos protagonistas.

El Toluca ya llevaba rato queriendo volver a ser campeón, y aunque es verdad que la directiva escarlata sacó la chequera para apuntalar un plantel de primer nivel, también es cierto que la dirección deportiva ha hecho un trabajo inmenso para que ese dinero sea bien invertido. El departamento de análisis y scouting lo lidera el politólogo Víctor Palacios, quien se encargó de armar un grupo de trabajo con personas muy bien capacitadas y sobre todo, apasionadas por el juego. Su scout en Sudamérica, Federico Demello, ha hecho una gran labor dándole al cliente lo que pide, tal es el caso del argentino Romero, volante central defensivo que jugó la liguilla a un gran nivel, o también el de Helinho, quien aun cuando no tuvo mucho protagonismo con el ‘Turco’, es un gran jugador que llegó a ocupar la sensible baja del uruguayo Maximiliano Araújo, quien se marchó al Sporting de Lisboa. Un jugador que sin dudas llama la atención por el nivel con el que jugó ambas finales fue el paraguayo Robert Morales.

Cuando se confirmaron las alineaciones de ambos equipos en el juego de ida, más de uno pensamos que la baja de Paulinho podía ser lapidaria para el Toluca, sin embargo, el paraguayo, ilusionado con salir campeón igual que lo supo hacer José Saturnino, demostró estar a la altura de un compromiso de tal envergadura. Se me ocurren muy pocos delanteros en México que le puedan complicar tanto la defensa de espacios largos a Sebastián Cáceres, o que le puedan competir en el cuerpo a cuerpo por tantos minutos y tantas veces. Morales tiene el ADN paraguayo, que es parecido al de la famosa garra charrúa, solo que no tan nombrado. Ya en el partido de vuelta, generó ese penal con una carrera heroica pero también un ímpetu inquebrantable, su equipo estaba jugando a la contra y él se inventó esa contra que terminó en el penal que le dio la tranquilidad a su equipo.

El Club Deportivo Toluca es un proyecto deportivo muy serio, que logró levantar un trofeo y que, seguramente, irá por más el próximo semestre.

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