Tras haber logrado la ansiada tercera copa del mundo, en Argentina se publicó un libro hermoso llamado “ Semilleros, la historia de los campeones del mundo en sus clubes de barrio”.
Este libro tiene un valor histórico, social, cultural y hasta nostálgico, porque aunque los jugadores argentinos están regados por clubes muy importantes en todo el mundo, sus primeros pasos en una cancha los dieron en el equipo de su barrio, gestionado a puro pulmón y organizado con el corazón, lo cual no quiere decir que esté bien, pero los argentinos ponen su tiempo y sus esfuerzos a la disposición de su pasión y de sus hijos, lo cual pienso, sostiene también el tejido social.
Hasta ahí todo muy lindo, pero una vez que se llega al profesionalismo, para los clubes es muy difícil sostener un año competitivo con los pocos incentivos económicos de parte de la AFA para los clubes. Un dato demoledor es que el campeón de la copa de la Liga Argentina se lleva un premio de $500,000 USD, mientras que el campeón de la liga boliviana se lleva 4 millones de dólares. Ni qué hablar de la liga brasileña, en donde el premio por ganar la copa es de 14 millones y por ganar la liga de 10 millones. Incluso en Uruguay, el campeón es acreedor a 1 millón de dólares, el doble de lo que obtuvo Vélez, actual campeón argentino, a quien le desarmaron el equipo y que en 7 fechas no ha podido ganar un solo partido.
Clubes como Boca o River no se preocupan mucho por eso, son clubes grandes a nivel mundial y lo que eso genera es incuestionable, clubes como Racing han apostado por la gestión de la vieja escuela, lo cual ya les dio una Copa Sudamericana hace apenas unos meses. Pero hay otros clubes como Estudiantes de la Plata que son grandes a nivel internacional, que no tienen tanta afición a nivel continental, que han entendido las reglas del juego saben que es dificilísimo competir en las copas internacionales si no se tiene un plantel con jugadores de mucha calidad.
Es por eso que Juan Sebastián Verón, ídolo absoluto del Pincharrata cuyo compromiso con el club avala su credibilidad para con el asociado, decidió entablar negociaciones con el empresario estadounidense Foster Gillet y comenzar así con la transición hacia convertirse en una SAD (Sociedad Anónima Deportiva).
Estudiantes comenzó fuerte en el mercado, varios clubes argentinos querían repatriar a Lucas Alario y al final firmó por Estudiantes. Cristian Medina, una de las joyitas de Boca, decidió salir del Xeneize ante la oferta del pincha, Foster Gillet pagó la cláusula de 15 millones y ahora a Medina lo dirige Eduardo Domínguez.
Sin embargo, esas fueron las únicas dos operaciones que no levantaron sospechas, Foster Gillet había acordado también pagar la cláusula de Valentín Gómez al propio jugador para que arreglara su salida de Vélez Sarsfield, al jugador lo buscaron desde Cruzeiro pero él prefirió seguir por la oferta del Udinese de Italia. Al final a Vélez nunca le pagaron la cláusula y el chico formado en el fortín terminó estrenándose en una plaza en Italia a la espera de saber su futuro.
Estudiantes ya fue tricampeón consecutivo de la Libertadores (1968-70) con mucho menos que hoy. Y luego volvió a ser campeón de la Copa y de Argentina, otra vez como Asociación Civil, es verdad que eran otros tiempos, pero el club al que supo dirigir el Doctor Bilardo fue grande como dueño de sí mismo. Y eso, es algo que no se debería negociar.