Reflexión olímpica

En “El laberinto de la soledad”, ensayo profundo en el que Octavio Paz se atreve a describir la esencia del mexicano, el escritor plantea que “una obra de arte o una acción concreta definen más al mexicano –no solamente en tanto que lo expresan, sino en cuanto, al expresarlo, lo recrean— que la más penetrante de las descripciones”.

En esa tesitura, siguiendo esa lógica, centrándonos en esa idea, tomando esa afirmación como  una brújula, pensemos en la forma en la cual se obtuvieron esas 5 preseas olímpicas de parte del boxeador Marco Verde, la judoca Prisca Awiti, las tiradoras con arco Alejandra Valencia, Ana Paula Vázquez y Ángela Ruiz y los clavadistas Juan Manuel Celaya y Osmar Olvera. Centrémonos también, en la arremetida de Emiliano Hernández en el pentatlón moderno para remontar 7 posiciones, en Sansores saliendo con la máscara de luchador al tatami y luchando hasta el último aliento contra su contrincante marfileño por una medalla, pensemos en el último y desafortunado clavado de Randal Willars Valdes, el cual lo dejó fuera del podium, o en la última rutina de las famosas sirenas mexicanas que más de uno de nosotros llegamos a pensar que merecían mayor calificación. Nuestro nacionalismo nos sugería que los mexicanos debían de ganar más medallas y algunos, incluso, evocaron ese grito del gran Fernando Marcos de: “¿Por qué siempre nos tiene que pasar a nosotros?” cuando en el mundial de 1962, en el último minuto, España le hace un gol a México.

En la historia, México solo ha obtenido más de 5 medallas en cuatro ocasiones: En México 68 se consiguieron nueve, en Los Ángeles 1984 hubo seis, En Sydney 2000 también seis y  en Londres 2012, hubo ocho.

Como vemos, los antecedentes tampoco nos dan para pensar en que de verdad era posible, o siquiera probable, conseguir más medallas, y por eso mismo, deberíamos de empezar a cuestionarnos seriamente si el problema son los jueces, los árbitros, la suerte, los propios deportistas, o el sistema deportivo que tenemos.

La titular de CONADE pareciera confrontada con los atletas, un Osmar Olvera reclamando que le paguen el año de beca que le deben, unas nadadoras que literalmente tuvieron que salir a vender calzones para competir en estos juegos y la entrenadora de Osmar Olvera que estuvo a punto de no asistir a Paris, describen un poco la realidad del deporte mexicano, y por eso mismo, era hasta ingenuo pensar en que los resultados podrían ser distintos. Nuestros deportistas casi no tienen rodaje internacional, su preparación tal vez requiera de muchos más elementos, y por eso, llegado el momento, quedan más expuestos ante el error porque practicaron menos en esos escenarios cumbre en los que se foguean los campeones. No hay que caer tampoco en el pesimismo, simplemente seamos unos optimistas bien informados y no esperemos resultados diferentes haciendo lo mismo.

Esos deportistas han sacrificado muchas cosas por estar ahí, hay dinámicas y esfuerzos mayúsculos de familias que no debemos de minimizar, para lograr que sus hijos lleguen a competir en unos olímpicos, a pesar de y no gracias al sistema del comité olímpico o de la CONADE. Ojalá entiendan que el deporte es una llave hacia una mejor sociedad, porque como reza el escudo de ese equipo semillero de grandes talentos: “Mensa sana in corpore sano”.

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