Alemania tiene una historia como muy pocos países en la que reinventarse, levantarse y reconstruirse, son una de sus hazañas más habituales, esas hazañas abarcan todas sus aristas sociales y el deporte no es una excepción. Tras haberse coronado campeones en Brasil 2014, los alemanes la pasaron mal en los últimos dos mundiales y comenzaron a sonar las alarmas, así que Oliver Bierhoff, director de la asociación alemana de fútbol, puso manos a la obra y comenzó a poner en marcha un plan para encontrarle la solución a esa situación. Los alemanes sabían que el presente no era bueno y que debían comenzar a actuar para tener un mejor futuro.
Siete años después de haberle dado a Alemania su cuarta estrella, Joachim Lowe dirigió su último torneo en esa Euro de 2021 en la que los teutones quedaron fuera en octavos contra Inglaterra, el sucesor natural parecía ser Hansi Flick, quien venía de levantar una Bundesliga y una Champions, ambas pandémicas, con un Bayern de Munich que aplanaba a sus rivales.
El relevo natural no funcionó. El actual técnico del Barca dirigió el mundial de 2022 y la selección alemana, igual que en 2018, volvió a quedarse en fase de grupos. Parecía que era una mala noticia tras otra, y ante la certeza de que iban a ser anfitriones de la Euro 2024, tenían que comenzar a tomar decisiones si querían frenar esa mala racha. Entonces llegó Nagelsman. El jóven técnico ex Hoffenheim, Leipzig y Bayern Munich, había salido no muy bien parado de su último club, el más grande de Alemania, por una supuesta situación mal manejada en el vestuario con los jugadores. Nadie dudaba de la capacidad de Julian, pero como ya lo ha demostrado Ancelotti, si no logras gestionar al grupo, más teniendo uno plagado de cracks, será muy difícil que tu equipo logre llegar lejos.
La DFB decidió correr el riesgo y nombró a Nagelsman como el director encargado de orquestar una Alemania con jóvenes muy talentosos como Musiala y Wirtz, con jugadores de jerarquía y de experiencia como Rudiger, Kimmich o Gundogan; y un inmejorable primer violín que eligió esta Eurocopa como su último concierto, en los botines blancos del bueno de Toni Kroos.
Esta Eurocopa en la que muchos ya metieron su quiniela, tiene varios rasgos imprescindibles que hay que mencionar. Es la segunda participación consecutiva de Escocia en eurocopas tras más de 20 años de no clasificarse, lo cual significó el viaje de alrededor de 180,000 escoceses al torneo. La selección de Turquía juega de local por los 3 millones de turcos que habitan La Bundesrepublik, convirtiendo al país de Goethe en el segundo territorio con más turcos del globo. Y mi rasgo tal vez favorito, la vuelta de los nueves grandotes de área como llave al gol. El falso 9 dejó de estar de moda y ahora Italia te juega con Scamacca, Serbia con Vlahovic y Mitrovic, España con Morata, Hungría con el vikingo Martin Adam pero, aunque Alemania también tenga a Füllkrug, Julian Nagelsman y su cuerpo técnico han decidido reservarlo para los segundos tiempos y darle mucha movilidad y rescura a su ataque con 3 delanteros muy habilidosos, técnicos, inteligentes para encontrar espacios y capaces de desatar cualquier nudo defensivo. La producción ofensiva de Alemania está a cargo de los dos chicos de 21 años que además, fueron los primeros 2 jugadores de esa edad en haber marcado un gol cada uno en un mismo partido de eurocopa, me refiero a Jamal Musiala y a Florian Wirtz quienes junto con Kai Havertz, más Gundogan llegador de segunda línea, se han encargado, hasta ahora, de ilusionar a su afición y de hacer valer la localía con un categórico debut ante Escocia y una sólida actuación contra Hungría.
Se viene la parte más difícil del campeonato y Nagelsman sabe que devolverle la identidad a Die Mannschaft es el primer paso para aspirar a llevar a Alemania a levantar su cuarta Eurocopa y así, dejarlo a él y a su equipo instaurado por siempre en la historia.