Hace unos días, Ricardo López sí publicó en sus redes un capítulo del podcast ‘Cinéfilos en Apuros’ titulado “La cultura futbolística nacional en el cine mexicano”. El capítulo resulta interesantísimo porque menciona por décadas, las películas sobre futbol que se han publicado en México y devela cómo el tenor de la mayoría de esas películas, son comedias. Es decir, en esas pelis el futbol no tiene ningún valor social o cultural y la mayoría de sus personajes son predecibles. Tal vez la película más trascendente por cómo narra el backstage del futbol profesional y por aventurarse a contar la historia de 2 jugadores profesionales que surgen de entornos humildes, sea Rudo y Cursi; publicada en 2008 y dirigida por Carlos Cuarón.
Estadísticamente, alrededor de dos de cada 100 jugadores llegan a jugar futbol profesional, eso quiere decir que la mayoría de los que jugamos lo hacemos en ligas amateur. Al día de hoy solo conozco a un equipo en Querétaro que hizo el intento por empezar a entrenar de cara a preparar los partidos de cada fin de semana, el resto de los equipos funcionan como un grupo que se junta a jugar los fines de semana.
La falta de espacios verdes, la mala calidad del transporte público y de la planificación vial, las distancias y los horarios laborales tan largos, también inciden en nuestra cultura deportiva, la base de la pirámide que juega al futbol en este país no tiene la costumbre ni el hábito de entrenar, pero tampoco cuenta con las condiciones sociales para poder hacerlo.
No podemos aspirar a ser un equipo sólido, cuando en México no podemos vivir los valores que te brinda el jugar un deporte colectivo como son el esfuerzo, la constancia, la disciplina, el trabajo en equipo. Incluso puede fortalecer nuestra tolerancia al error y a la frustración. No podemos tampoco exigir que tengamos mejores jugadores cuando la narrativa tanto cultural como periodística sobre el futbol en nuestro país son en torno a la comedia.
Es, además, dificilísimo intentar construir una identidad colectiva en torno a los clubes de futbol cuando los cambian de estado, de nombre, cuando realmente muchos son más franquicias que clubes.
El propio Andrés Guardado habló en Fox Sports Radio hace unos días sobre la relación tan contradictoria entre los valores asociados al futbolista mexicano y las exigencias de la élite, contando cómo era la forma que tenía Martino de manejar al grupo y el disgusto de algunos jugadores ante esas formas, y aunque es verdad que “el Tata” no conocía muy bien la idiosincrasia del mexicano, lo cierto es que la conclusión es innegable, nuestras costumbres no estan relacionadas con mentalidades competitivas.
Desilusiona aún más que los dos futbolistas que entrevistan terminando el partido respondan con un “no sé” a la pregunta de porqué México no le puede ganar a Estados Unidos.
Si queremos mejorar no solo en futbol sino deportivamente, tenemos dos opciones. La primera es crear sistemas cerrados en el que convivan personas preparadas, profesionales y que nutran ese entorno de su experiencia y conocimiento, y que ese mismo entorno sea el que empiece a generar los hábitos que queremos que aprendan nuestros deportistas de alto rendimiento. Ejemplos de esto en Sudamérica son Bahía Básquet a cargo de Pepe Sánchez en Argentina; Estudiantes de la Plata, también en Argentina, con Juan Sebastián Verón; e Independiente del Valle, en Ecuador.
La segunda opción que tenemos es salir del país, porque la sociedad y su cultura influyen muchísimo en las decisiones que tomamos, en cómo nos comunicamos, relacionamos, cómo asumimos responsabilidades, consecuencias de nuestros actos y por lo tanto en la calidad grupal a la hora de armar un equipo. Migrar a países europeos o sudamericanos y a clubes en los que el deporte tenga una estructura sólida no sólo es bueno desde lo deportivo, es bueno para desaprender y aprender nuevas cosas de lo que vives en el día a día en contextos que en México están muy lejos de existir. Y eso también hace la diferencia.
Ojalá la Federación de verdad tenga un plan para mejorar esto, porque hasta hoy 26 de marzo que escribo esto, han pasado casi 17 meses de la eliminación de la selección mexicana en Qatar 2022 y más de siete desde el lanzamiento del ‘nuevo proyecto’ de la FMF. Y aún no sabemos cómo harán para exportar a los 72 jugadores al año que prometieron, ni cómo se llevarán a cabo cada uno de los puntos.