Es bien sabido que los relatos y las historias de los equipos, ya sea a nivel clubes o a nivel selecciones, se forjan a partir de goles épicos, de volteretas heróicas, de jugadas que hoy se reciclan y repiten en forma de reels, de jugadores inigualables, pero sobre todo, de ganar campeonatos. No importa, por ejemplo, que una selección como la uruguaya pase por un mal momento, el relato y la estadística siempre estará a disposición de los charrúas para hacerle saber a la afición del equipo que enfrentan que son un rival de armas tomar. Los jugadores de esos equipos históricos salen a la cancha con la idea ¿acaso la convicción? de defender ese lugar en la historia que se supieron ganar los jugadores que vistieron esa camiseta, es por eso que por muy increíble que parezca, el peso de esa historia suele también jugar en la cancha.
Enfrentar a ese tipo de rivales históricos es fundamental en un proceso mundialista como el mexicano ya que, al estar clasificados automáticamente por ser co anfitriones, el elenco del Jimy Lozano necesita someterse a competiciones de alto nivel con rivales complicados. Por eso es una gran noticia que México vaya a participar en ese mítico campeonato de selecciones que tiene más de 100 años de existencia, la Copa América, copa que por desgracia México no puede presumir en sus vitrinas.
El hecho de nunca haber salido campeones, representa una gran oportunidad que debe de traducirse en grandes esfuerzos y en un deseo infranqueable por levantar esa copa.
México lo ha intentado, y ha estado cerca; el elenco tricolor llegó dos veces a la final, la última fue en el 2001 dirigido por Javier Aguirre con gente como Óscar el conejo Pérez, Ramón Morales, Jared Borgetti, Johan Rodríguez y el Dani Osorno en el plantel. Esa final se perdió por marcador de 1-0 contra el local, Colombia, con un gol del entonces defensa xeneize Iván Ramiro Córdoba. La otra final que perdió México fue en 1993 en Ecuador contra Argentina bajo la tutela de Miguel Mejía Barón. En esa selección jugaban Ramón Ramírez, Claudio Suárez, Zague, Nacho Ambriz y Hugo Sánchez, entre otros. México dio un buen partido pero al final el equipo dirigido por Alfio Basile anotó el 2-1 en una jugada de saque de banda en la que la defensa mexicana se distrajo y Simeone, con el dorsal número 10, asistió a Gabriel Omar Batistuta, uno de los delanteros más feroces que haya militado en el calcio, para marcar el segundo gol. Esa selección albiceleste contaba con figuras como Fernando Redondo y el cabezón Ruggeri.
Lo cierto es que México ha estado cerca, pero estar cerca no es lo mismo que llegar, por eso aunque algunas declaraciones muy en tono diplomático de jugadores como Diego Godín digan lo contrario, México es una selección que en Sudamérica no es muy respetada. La última vez que la selección jugó la copa fue en el 2016 para la edición centenario, aquella copa que ganó Chile en Estados Unidos y que retiró por un tiempo a Messi de la selección Argentina.
Tras 8 años de ausencia, la FEMEXFUT planteó un objetivo y es el de llegar a semifinales del torneo. Pienso que, como ya dije, el respeto y la historia te la dan los campeonatos, sin embargo México tiene la chance de, después de 8 años de no competir en la copa, demostrar que es un equipo con identidad y que no será un rival nada fácil para Venezuela, Jamaica y Ecuador, rivales que a priori parecieran accesibles para poder pasar de ronda.
Esta será sin dudas la prueba más difícil en la era Jimy Lozano, en donde se verá la capacidad del cuerpo técnico para hacer planes de partido contra rivales muy distintos y sobre todo, en donde México se medirá con selecciones que cada 4 años son candidatas a ganar la copa del mundo. ¿Será este el año del tri?