Valentín Barco es uno de esos pibitos que desde muy chico, ya sentía los colores de Boca y soñaba con debutar en primera con la camiseta del xeneize. A los 9 años lo vio jugar al fútbol de salón el negro Sánchez, uno de los tantos ojeadores que tienen los clubes en las canchas de fútbol en donde los niños dan sus primeros pases y hacen sus primeros goles, Sánchez le dijo que fuera a probarse a Boca y a los 10 años, el Colo Barco ya entrenaba con la playera amarilla y azul.
Oriundo de un pueblo de 20.000 habitantes a 230 kilómetros de Buenos Aires, nunca se adaptó a la casa club donde viven las jóvenes promesas de provincia y sus padres optaron por llevarlo cuatro veces por semana a la ciudad en su propio coche. “Había veces que no teníamos nada para llevar”, recordó su madre en una entrevista televisiva en 2021, cuando debutó en primera. Los Barco tenían lo justo para la gasolina y las casetas. En La Candela, el predio de juveniles, a los chicos les daban un sándwich y un jugo a media tarde. Barco lo compartía con su madre. “Ma, yo sé que vos tenés hambre también’, me decía y me daba medio sándwich a mí”, contó entonces Patricia Barco entre lágrimas.
Seis años después, el juvenil debutó en primera en julio de 2021 con tan solo 16 años, en parte por el mal momento del club, en parte porque Fabra estaba lesionado, sobre todo porque el destino así lo quiso. Valentín no es el primero ni el último jugador argentino que con 16 añitos debuta en primera; pero se suma a un selecto grupo de jugadores en los que están, por ejemplo, el Kun Aguero, quien a esa edad ya hacía goles en Independiente de Avellaneda.
Valentín volvió a jugar y a entrenar con la reserva de Boca y casi dos años después, en medio de una crisis de identidad del elenco riquelmista, y con la llegada de otro nuevo técnico en el nombre de Jorge Almirón, Barco volvió a la primera de Boca el fin de semana durante la derrota en la Bombonera contra Estudiantes de La Plata y, dicen, fue el único al que las tribunas no silbaron.
La leyenda del Colo comenzó a sonar más fuerte en la presente Copa Libertadores, pues en un partido contra el modesto club colombiano Deportivo Pereira, ante lo que todos creían sería un amargo empate en la Bombonera, el lateral izquierdo de Boca pidió otra vez la pelota, desbordó por la banda y metió un centro preciso a Alan Varela, hoy ya jugador del Porto, para que de cabeza pusiera el 2-1. Ese día Barco se fue muy ovacionado del estadio por la gente de Boca.
El partido de vuelta de los octavos de final de la semana pasado fue el parteaguas en la corta carrera de Valentín, ya que ante un escenario complicadísimo, Almirón metía cambios a lo largo del partido para buscarle la vuelta, pero el Colo Barco seguía en la cancha, solo cambiaba de posición, ese día jugó de lateral, de extremo y de medio de contención, con la lectura de juego y la gran técnica del juvenil nunca mejor dicho desplegada en toda la cancha, y un Nacional de Montevideo que estaba a punto de llevar el partido a la definición por penales, todos los twitteros analistas del juego desde Buenos Aires hasta Barcelona comenzaron a elogiar y a analizar todo lo bien que hizo el jugador de Boca ese partido. De todo ese interesante repertorio, lo más valioso tal vez sea que “Valentín Barco transmite calma. El escenario puede estar en su punto máximo de ebullición, las tribunas tronando descontentas por un escenario adverso pero Valentín hará lo que mejor sabe hacer: mantener la calma, agarrar la pelota y volver a intentarlo”.
El chico de 18 años ya suena para equipos como el Manchester City o el Brighton, y todo gracias a que ese lateral izquierdo con alma de enganche, le hizo recordar al mundo, pero sobre todo, a la tribuna de Boca, al que dicen, es el último 10 del fútbol argentino.