LA CHAMPIONS LEAGUE

Los octavos de final de la Champions fueron, en su mayoría, un espectáculo. Comenzando por el Madrid venciendo al PSG, que si bien todo parecía indicar que los merengues estaban prácticamente aniquilados después de ese gol de contragolpe de Mbappé, los jugadores de blanco salieron en el segundo tiempo a hacerle los honores al trapo de la afición con la leyenda “Somos los reyes de europa”. El Bernabéu pesa en Champions.

Aunado a ese partido, el Atleti del Cholo volvió a reiterar su valor como equipo al derrotar al poderoso Manchester United, con un Ralf Ragnick que cada vez se le ve con menos argumentos para explicar los malos resultados. A mi parecer, el United es un equipo con grandes jugadores pero que, al menos en ese juego de vuelta en Old Trafford, no encontró a un solo jugador con fundamentos para equilibrar al equipo, para entender cuándo ir y cuándo quedar. No fueron intensos ni dinámicos, sino impulsivos. La explicación a esto, como muestra una vez más lo dicho la semana anterior sobre que no podemos explicarnos fenómenos contemporáneos a partir de las noticias de los últimos días, es que la mala decisión se tomó desde el verano cuando priorizaron otros intereses por encima de un centrocampista vertebrador. Por su lado, el Atleti hizo un trabajo colectivo inmenso. Comenzaron con un 5-3-2 que el Cholo corregiría a un 5-4-1 porque la estrategia del United implicaba tener a un jugador mas por los costados, estrategia muy parecida a la que usó la Juventus en fase de grupos contra los colchoneros, así que Simeone, apelando a su memoria y a su condición de gran estratega, puso a Griezmann por la banda, quien hizo un partidazo, para así, trasladar el juego a la sala que para ellos es la más cómoda,  la del contragolpe.  Tal vez la mayor virtud del Atleti haya sido saber qué hacer ante la recuperación de la pelota. Tenían que sumar buenos pases ante el desorden de la presión en la salida del United para generar transiciones rápidas y el equipo lo logró.

Otro partido que sorprendió a propios y a extraños, fue el contundente en el resultado, aunque no en el trámite, partido del Villarreal frente a la Juventus. Las redes sociales del equipo groguet publicaron estas estadísticas ni bien supieron que habían pasado de fase:

Londres (8.982.000 habitantes)

Madrid (3.223.000 habitantes)

Múnich (1.472.000 habitantes)

Manchester (553.230 habitantes)

Lisboa (504.718 habitantes)

Liverpool (496.784 habitantes)

𝗩𝗶𝗹𝗮-𝗿𝗲𝗮𝗹 (𝟱𝟬.𝟱𝟳𝟳 𝗵𝗮𝗯𝗶𝘁𝗮𝗻𝘁𝗲𝘀)

Es impresionante cómo clubes de ciudades tan pequeñas, se han sabido reinventar y generar un proyecto deportivo que les permita competir a los más altos niveles. El partido se podría resumir en un inmenso Rulli que en el primer tiempo atajó todo, incluyendo un par de remates asesinos del delantero Dusan Vlahovic, y un submarino amarillo que supo sufrir pero que estuvo siempre apegado a su plan inicial. Romper la presión de la Juve, intentar generar posesiones largas para defenderse desde la pelota, y tener mucha paciencia para cuando apareciera una mínima chance. La lata la abriría Gerard Moreno, quien después de 5 semanas sin pisar una cancha, se ponía la 10 para anotar el gol de su equipo. Decía Jorge Valdando en el relato por Movistar que le fue inevitable pensar en Riquelme cuando vio a Gerard tomar carrera desde el manchón penal. Por suerte, esta vez la pelota terminó en la red y el Villarreal sueña, una vez más, con alzar la orejona.

Esta semana, la Champions volvió a ejercer de dios del Antiguo Testamento con los clubes ricos que creen atajar en su camino al éxito acumulando jugadores caros y mediáticos, girando la cara a hacer un proyecto de verdad.

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