IDENTIDADES, MEMORIAS Y NACIONALISMOS

El siguiente texto consta de anotaciones de la entrevista realizada al sociólogo argentino Pablo Alabarces para radiomundo, radiodifusora uruguaya, en abril de 2019.

Las explicaciones sobre que la violencia en el fútbol es un fenómeno excepcional debido a sujetos excepcionales, a los cuales se les llama “los violentos”, es una explicación falsa. Declara Alabarces ni bien comienza la entrevista.  Pablo asegura que no podemos explicar los fenómenos contemporáneos (esta regla no solo se cumple en el fútbol) sólo a partir de los tweets o diarios del lunes. Por ello, tendríamos que entender que los orígenes de la violencia en el juego en Latinoamérica datan de principios del siglo pasado tanto en Uruguay como en Argentina. A continuación un par de ejemplos muy claros.

Hay documentos de principios del siglo pasado que señalan que los directivos del Central Uruguay Railway Company of Montevideo, después Peñarol, pedían cancelar la dependencia del club con el ferrocarril por los daños que los hinchas producían en los vagones de los trenes. Recordemos que los ingleses, además de traer el ferrocarril a este lado del Río de la Plata, trajeron el fútbol (y a algunos escoceses que jugaban realmente bien a la pelota), y uno de los medios de transporte que utilizaban tanto jugadores como aficionados para ir a las canchas, eran los trenes. Por supuesto que esto no tiene la magnitud ni la masividad de los episodios de violencia contemporáneos, pero, el hecho de que la relación afectiva de los hinchas con el objeto de sus amores lo puede llevar a enfrentamientos por el honor o por la justicia, (cuando su equipo pierde, se cree que el honor está en juego, cuando se cree que el árbitro se equivoca, entonces se lucha por la justicia) no es algo nuevo. El otro ejemplo es un incidente muy claro a finales de la década de los 60 's en Argentina, en donde, la acción de las hinchadas tiende a organizarse y se identifica un grupo con cierto liderazgo al que el periodismo finalmente llama barra brava.

Entonces esta idea de que la barra brava apareció y cambió todo es falsa. Hay una estructura violenta de los sujetos que existe desde hace tiempo que evidentemente ha ido cambiando, y un claro reflejo de estos cambios es la codificación de las acciones. Durante muchísimo tiempo, el enfrentamiento tenía que ser a mano limpia porque así lo estipulaba el código de la hombría. Pelear sin armas, sin pegarle al caído, sin que se meta la policía. Esos códigos también se transformaron porque se transformó toda la sociedad.  Y es aquí donde quisiera invitar a la lectora a la primera reflexión. ¿Cuáles son los códigos de esta sociedad en la que vivimos?

El problema de la violencia no es un problema fácil de resolver, justamente, porque tiene un siglo de antigüedad, pero citando una vez más a Alabarces, esta idea de que si dejas afuera a una serie de sujetos que son indicados como barra brava la violencia desaparece mágicamente es falsa. Esto lo entendieron muy bien los ingleses en 1989 después de la masacre de Hillsborough (estadio del Sheffield United). Para tomar medidas sobre este cuasi bélico incidente, se designa a un Lord Justice Taylor para que haga un informe que bautizan como informe Taylor, en el cual, no señala el problema de los hooligans si no el de la estructura del fútbol británico. Uno de los principales apuntes en este informe señala que del 100% de los asistentes a los estadios, solo el 0,03% son hooligans, entonces es ilógico pensar en una política para el 0,03, hay que pensar una política para el 99.97%. Los ingleses entonces crearon un plan a 10 años en el que, recién a los 5 años, se comenzaron a ver los cambios.

Considero que las medidas tomadas por la Federación Mexicana de fútbol y por la Liga mx, lamentablemente, NO CAMBIARÁN NADA. Ojalá algún día entendamos por dónde hay que empezar a solucionar ese problema, ojalá puedan aparecer dirigentes con ideas sensatas y proyectos a largo plazo que generen cambios de verdad, ojalá algún día en Latinoamérica tengamos una paciencia mayor a 5 minutos para esperar a que esos cambios empiecen a tomar forma, ojalá, ojalá, ojalá.

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